Conforme se envejece, el contenido de agua en el cuerpo disminuye y el riesgo de deshidratación aumenta, por lo que las consecuencias se tornan aún más serias.
La deshidratación se ha asociado con un aumento en las tasas de mortalidad entre los pacientes hospitalizados de más edad1 y pueden precipitar la hospitalización de emergencia, así como aumentar el riesgo de repetidas estancias en el hospital.2,3
La deshidratación es causa frecuente de hospitalización en la tercera edad, y se encuentra entre las diez causas más frecuentes de hospitalización en los Estados Unidos.3
La evidencia muestra altas tasas de deshidratación en pacientes de la tercera edad en hospitales, y en diversas instituciones sociosanitarias.2
La evidencia muestra altas tasas de deshidratación en pacientes de la tercera edad en hospitales, y en diversas instituciones sociosanitarias.2
La deshidratación también se ha asociado con varias causas de morbilidad como deterioro cognitivo, confusión aguda, caídas o estreñimiento.
El coste asociado a la deshidratación puede ser bastante alto: un estudio llevado a cabo en 1999 en los Estados Unidos evaluó los costes atribuibles a la hospitalización por deshidratación, estimándolo en 1.140 millones de dólares.4
¿Por qué durante la tercera edad las personas son más susceptibles a la deshidratación?
La cantidad de agua corporal disminuye aproximadamente un 15% (alrededor de 6 L) entre los 20 y 80 años de edad.5 Con esta disminución, el organismo se vuelve más susceptible a la deshidratación por pequeñas pérdidas de agua corporal.6
Además, las personas mayores experimentan menor sensación de sed, lo que conlleva a un consumo reducido de líquidos.7,8
Como consecuencia del envejecimiento, los riñones tienen menor capacidad para concentrar la orina, y retener agua en caso de necesidad.9 Al envejecer los riñones, su capacidad para excretar sodio se ve también limitada.10
La cantidad de agua corporal disminuye aproximadamente un 15% (alrededor de 6 L) entre los 20 y 80 años de edad.5 Con esta disminución, el organismo se vuelve más susceptible a la deshidratación por pequeñas pérdidas de agua corporal.6
Además, las personas mayores experimentan menor sensación de sed, lo que conlleva a un consumo reducido de líquidos.7,8
Como consecuencia del envejecimiento, los riñones tienen menor capacidad para concentrar la orina, y retener agua en caso de necesidad.9 Al envejecer los riñones, su capacidad para excretar sodio se ve también limitada.10
El consumo insuficiente de líquidos también puede ser resultado de limitaciones, como problemas para deglutir, movilidad reducida o desórdenes de comunicación y comprensión. Factores relacionados con ciertas enfermedades, como la incontinencia urinaria, pueden aumentar las pérdidas de agua. La deshidratación puede ser también causada por una temperatura elevada, instituciones con falta de personal, o el uso de laxantes o diuréticos.1
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